Ce document publié dans la Revista Argentina de Psicología, pp. 137-141, concerne une conférence tenue par Lacan à Londres, le 2 février 1975. En quelle langue a-t-elle été prononcée ? Publiée en espagnol, nous vous en proposons une traduction ci-après.

 

(137)INFORMES Y NOTAS

 

Una nota de Hebe Friedenthal

(3 de febrero de 1975)

Conferencia de Lacan en Londres

 

 

«El Instituto Francés de Londres invita a «Entretiens avec Jacques Lacan, el 3 de febrero de 1973» anuncia un cartelito colgado en segundo plano en una cartelera escondida en uno de los Departamentos de la Tavistock. Los ingleses ni se enteran, el cartelito casi ni se ve, ellos no entienden francés, y además ¿quién es Lacan?

Los sudamericanos en cambio, se alborotan, se preparan, hacen lugar en sus agendas para una conferencia vespertina.

Yo llego media hora antes, recordando relatos sobre sus auditorios multitudinarios en la Sorbona. El Instituto Francés está situado en un barrio «posh», como dicen por acá (en criollo, «pituco»), tiene un pequeño teatro donde se realizará la conferencia. Lentamente se Ilena. Concurrentes ¿quiénes serán? Par su aspecto diria estudiantes, señoras y señores que asisten a «conferencias de enriquecimiento cultural», psicoanalistas (pocos) que oyeron hablar de Lacan, y unos diez psicólogos y médicos argentinos estudiando o paseando en Londres. En fin, una mezcla. En el escenario del teatro una mesa, micrófono y silla esperan a Lacan.

Este se presenta con un traje gris de excelente corte y una camisa blanca cuyo cuello alto y duro le forman un cierre novedoso, una terminación especial. ¿Estudiada? ¿Diseñada para él? Pelo blanco, frondoso, anteojos, un cigarro, cejas rnuy espesas. Con sorpresa me entero que tiene 74 años. Un señor lo presenta, saluda el retorno de Lacan a Londres, y, espera, el de Londres a Lacan, después de diez años. Anuncia la próxima aparición de los «Escritos», publicada por Tavistock Press.

 

Lacan comienza:

¿Se oye bien? Me sorprendió que me pidieran varias veces que viniera a Londres, no tenía idea de cuantos seríais, no esperaba encontrar una asamblea tan numerosa.

Sé que aún se me ignora. Podemos tomar a Erich Fromm como un nombre dentro del psicoanálisis, que no me menciona. Ya en 1953 en París se da la primera escisión del Instituto Psicoanalítico, contemporánea a su formación; yo he creído mi deber tomar partido por cierto número de personas, de ahí derivaron todo tipo de consecuencias cuya historia no tiene ningún interés. El psicoanálisis francés se habria beneficiado si hubiera seguido siendo, un solo psicoanálisis… habría tenido también la ventaja de recibir mis enseñanzas. El libro de Erich Fromm «La crisis del psicoanálisis» –él considera que hay menos gente que se hace analizar en Norteamérica – me ha sorprendido, no me menciona. Para él sigo siendo un desconocido.

Yo insisto en comentar cómo siento que son las cosas. ¿Por qué se siguen mis cursos en París? Porque aportan. Porque aportan algo que es del orden del signo. El psicoanálisis aparece en el mundo en el momento de introducción de una palabra como ésa (signo). Quiero decir que no es un concepto del mundo sino algo que relativiza la noción que podemos tener de lo que es un mundo. Es una noción totalmente –para introducir un término que suelo usar, «un pivote»– es (138)una noción imaginaria. Uno se imagina que hay un mundo y esto es algo que hay que revisar, quiero decir, que hay que retomar, porque esto es lo que nos enseña la historia.

El mundo, por ejemplo, de un Aristóteles es un mundo totalmente impensable por nosotros, simplemente porque es un mundo esférico fundado sobre algo que se llamaba la armonía de las esferas, un mundo que se suponía dominado, ordenado por una sabiduría divina. Y bastó la llegada de un Galileo y de un Newton para subvertirlo radicalmente. Es decir, esas esferas son una pura ilusión, algo imaginario. En esa época esto trajo cierto vértigo. Entre ustedes, algunos sabrán que en ese famoso silencio de los espacios infinitos, la palabra «infinito», de Pascal, es lo importante.

La cosa fue más difícil cuando vino Newton y advirtió que eso que parecía existir sin girar, giraba porque se da el caer: cada una de las formas de ese extraño girar caían en relación con el sol y se ponían en su lugar. A Newton se le planteaba una pregunta: ¿Cómo conocen las masas aquello a lo que responden con movimiento, eso que a la masa le es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia? ¿Cómo saben que hay otra masa, y para que exista esto, la caída…? Sí, se pensaba en este problema, que implicaba todo tipo de consecuencias. La primera era, porqué no se había encontrado antes el truco que permitía avanzar en esto que era difícil seguir considerando como un mundo. Porque me parece que se está evocando otra dimensión, la de lo real. Si se considera que por tanto tiempo uno se había contentado con tener un mundo, eso ya no se da. Hay un nuevo sentido, lo real, pero esa noción, esa función de lo real, justamente eso tiene sentido para nosotros. Es difícil no tratar de cerrar ese sentido. Es difícil no darse cuenta de que tiene mucho más sentido que el realismo. El realismo se sitúa en lo que no está sometido al sentido. (Lacan suspira). Ah, evidentemente, hay que dejar a lo que se llama las almas, tiempo de reencontrarse… Pero es muy importante darse cuenta de esta conexión que es también una antinomia, que polariza la función de lo real con la del sentido. Hay que preguntarse cuál es la relación que hace que ese real sea extraído del sentido.

Suelo citar nombres. Richard Ogden, «El significado del significado». Un libro de inspiración neo-positivista, donde resaltan cosas que no son indiferentes; pero lo que despista más en lo que pone en cuestión en este libro, es por el sentido, cuando él se interroga sobre el sentido del sentido, la dimensión de la belleza. Pero el neo-positivismo no está seguro de interrogar a los símbolos, es decir, al orden de las palabras.

Es difícil no tomar en cuenta las palabras. Porque, desde que se las encara, desde que se las interroga linguísticamente, uno advierte que se puede hacer decir a cualquier palabra cualquier sentido.

Puedo mostraros que en mi lengua cualquier palabra, no importa cuán fijada por el uso, puede servir para expresar cualquier significado. Basta para evocar la dimensión de la homología, si aparece la necesidad de decir algo por vía de la homología, de hacer funcionar el lenguaje en «homoiase». ¿Y no es ésta acaso la única forma de hacerlo funcionar? Comienza por la metáfora, pasa a la analogía, se remonta a lo que se quiera, se termina por el trazado de lo que es fundamental e interior a no importa qué figura, se termina en el uso de letritas. Por esas letritas Galileo, empezó escribir «la velocidad es igualmente proporcional a…», en otros términos, a anotar lo que se llama una proporción, una proporción matemática que tardó mucho en elaborar. Claro, él fuerza la dimensión de lo real. Esto no es nuevo. Aristóteles procede de la misma manera cuando anota los tres elementos del silogismo. Por medio de una letra registra una función, hace los primeros pasos de una lógica (curioso que se hayan necesitado veinte siglos para salir de ella). Un discurso permite engendrar esta dimensión de lo real.

Todo esto puede pareceros un poco alejado de lo que se supone que tengo para deciros. Pero me parece necesario decirlo para decir que no es por casualidad que el psiconálisis apareció bastante después de la instalación de este discurso científico. El psicoanálisis no deja de tener relación con el discurso científico. Es de la misma naturaleza que éste.

Freud creía que la historia del psicoanálisis culminaría con el conocimiento de las hormonas, de las enzimas, de sustancias que en realidad no tienen nada de sustanciales. Están compuestas por átomos y ahora se piensa que su función es operar como mensajes, que una célula tiene un núcleo, un entretejido cromosómico, se llega a concebir los genes.

Freud pensaba que algún día se sabría más. Pero ¿cómo diablos sucede que el psicoanálisis, que es una práctica, opera?

(139)¿Cómo es que una cierta práctica opera? (Lacan vuelve a suspirar). Es cierto que cuando Freud se refiere a esta etapa futura… futura… que no llegará porque hay límites a lo que se puede conocer… se tendrá una noción retroactiva de cómo opera el psicoanálisis. Es osado, y me parece que todo el tiempo se trataba de justificar, si el psicoanálisis tiene efectos, y sin duda los tiene, hay que contentarse con esta referencia a un futuro que como futuro tiene la propiedad de no estar ahí.

Vale la pena reducir lo que se presenta en el límite, para Freud, a un acto de fe.

Me parece que vale la pena hacer figurar a aquel de quien se trata Me congratulo de que la lengua inglesa permita una designación mejor que otras lenguas. Los analistas designan al paciente por el término «analizando»… Es totalmente excepcional en la lengua inglesa que se use el gerundio. El que va a ser analizado, el que va a ser analizado, uno se pregunta, ¿es que él hace el análisis? Hace el análisis porque es paciente, porque sufre de algo que no comprende. Por eso el analista está ahí para meter su granito de arena. Su granito de arena, que se denomina (mal) la interpretación.

Yo soy tan tonto como los demás, como todos los analistas, que son bastante tontos. Freud tarda bastante en hacerse un camino, de lo único que se da cuenta es de que está rodeando algo, yendo alrededor.

Basta con leer «La interpretación de los sueños» (la Traumdeutung), la «Psicopatología de la vida cotidiana» y sobre todo «El chiste y su relación con el inconsciente» para ver a qué lo conduce de entrada la práctica analítica. Basta con leer esos tres libros para darse cuenta que se trata de palabras (que sa <sic> joue sur les mots), que «La interpretación de los sueños» es algo que juega con el equívoco, lo que quiere decir que una palabra puede servir para decir lo que sea, no hay ni un sueño, ni un olvido, que no sea juego de palabras. Recordemos que en francés se trata de mot D’esprit. Si lo reducimos a términos económicos, el carácter fulminante, como un rayo, que tiene la conducción de las palabras, es ante esto que hay que detenerse para que la palabra provoque su efecto. La economía de la que se trata es una economía de las palabras.

Esto me ha llevado a hablar de una vuelta a Freud, de centrar la cuestión en lo que él mismo ha descubierto, la existencia del inconsciente. El inconsciente no tiene nada que ver con el funcionamiento del cuerpo. Eso da que no sabemos qué pasa en nuesto estómago cuando digerimos. Freud nunca hizo esa identificación. El reservó el término para los sueños, los lapsus, los actos fallidos –esto se interpreta mediante una serie de palabras. Yo digo palabras pero pueden ser frases enteras, que hacen la unidad de lo simbólico.

Lo simbólico es el uso de la lengua (Lacan deletrea lengua en francés). Yo distingo entre lengua y lenguaje.

Me doy cuenta de que todo esto me ocupa desde hace bastante tiempo. Es difícil dar una idea de un trabajo, de especulaciones… Es simplemente que esto me Ilevó a mí también a algunas notaciones de tipo literal, y he creído poder describirlo mediante algo cuya referencia es esencialmente del orden de lo simbólico, y he creído poder distinguir distintas especies de discurso.

Hablo desde hace veinte años. ¡Es mucho! Y me repito. Yo no doy cada año el mismo programa, eso quiere decir que yo no me repito. Y no me repito pero digo siempre lo mismo. No es lo mismo repetir y decir la misma cosa. Decir la misma cosa se mide como la diferencia entre hablar y parlotear (parler et bavarder). ¿Cómo se dice en inglés, «bavarder»? (el público comenta, alguien dice fuerte chatter). Pero en francés se dice « la bave».

Bien se ve cómo la gente encuentra la forma de designar una cosa por algo que se relaciona con una metáfora: «la bave» (la baba). (El público comenta que en inglés sucede algo parecido, se dice bladder: vaciar la vejiga).

Estas son las únicas cosas que me interesan. Esto no quiere decir que lo que dije antes no tiene ninguna relación con la cuestión, pero a partir de un cierto número de prejuicios, de cosas que uno creía naturales…

Mientras me preparaba para mi conferencia –puedo deciros que preparo mis conferencias y que querría terminar por que lo único que me interesa son vuestras preguntas, no quiero daros veinte años de seminario – cuando preparaba mi conferencia en estos días he leído «Rosencrantz y Guilderstein» de Tom Stoppard (a quien conocí y que me prometió venir, quizás esté aquí entre ustedes). Es uno de los textos más lacanianos que he visto, hasta me ha afectado, hasta me enfermó un poco (Lacan está ronco). Porque me di cuenta de que en una historia, loca como un discurso psicoanalítico, os hace entrar en otro mundo. (Ya la (140)había leído antes, también me he ocupado mucho de Hamlet, es necesario hacerlo cuando uno se interesa por Freud). Rosencrantz y Guilderstein son personas que basta poner en cuestión –en cuestión natural – para percibirse que se está en el mundo psicoanalítico. Porque no hay oposición entre naturaleza y cultura. Naturaleza es una idea de la cultura, basta con poner en cuestión lo que se percibe y ver que no tiene nada que ver con lo real, son designaciones de palabras, y eso constituye la cosa, la cosa que hace andar el mundo.

Quiero mostraros a qué llego (Lacan hace unas lineas en el pizarrón). El tiempo. Yo me atengo a mis categorías (las líneas se vuelven círculos con intersecciones). Lo simbólico, lo real, el campo del sentido. (Varios en el público se ríen sin disimulo, cuando Lacan termina de dibujar, aplauden).

 

 

 

¿Porqué qué se dice que el campo del sentido esta entre lo real y lo simbólico? Porque es ahí donde se sitúa el análisis.

Después de Freud se ve resurgir el falo (se oyen risas). No se trata del apetito por la diferencia, de ese algo que los hombres suelen correr hacia la izquierda y que las mujeres no tienen, y que siempre se usa para diferenciar si un ser parlante está de un lado o del otro.

La noción de falo es mucho más complicada que eso. Basta con ver cómo reacciona la niña para ver que no se trata sólo del pene. La noción de falo… eso no arregla nada, no es eso lo que sirve para hacer los bebés; cuando se hacen bebés, es un traspié. A veces la mujer quiere tener bebés, se imagina así su consagración como mujer… Pero no es tan simple. Freud ha distinguido fálico y genital. Y eso se impone. Yo tardé en darme cuenta. Si se parte de un óvulo y un espermatozoide, se Ilega a la inseminación artificial, pero no a una relación que tiene que ver con el sexo.

¿Qué liga al sexo con la muerte? Tiene que haber una relación pero nadie lo sabe. No por nada Freud habló de una pulsión de muerte (eso escandalizó a los analistas que no suelen ser muy fuertes). Pero eso no explica las relaciones sexuales. Todo se resume en que no es posible explicar la relación sexual. Eso que Freud llama pulsión, es una especie de (ilisible) de lo sexual en las edades tempranas antes de que el ser parlante haya encontrado –no su partenaire – sino el enigma del falo. Freud habló del estadio genital como si hubiera estado sostenido por la casualidad. Entra entonces el amor, el encuentro.

¿Por qué se aman dos personas? No se puede decir. El discurso analítico, puede decir alguna cosa… El amor anda mal. El cristianismo dijo que hay que amar al prójimo, ¡la prójima no tiene suerte! ¡La primera prójima es la madre! Me paro. Es emmerdante.

Freud pone el acento sobre la unión, la fusión, ¡es desesperante! ¡El amor es quedantista! El gozar del otro es la beatitud. No es tan simple. A cada cual su cada cuala… Pero uno tiene una colección de cada cualas… del otro lado pasa lo mismo, no es asimétrico…

Bien, si alguien quiere hacerme una pregunta. No es necesario que sea inteligente. Pocas veces he tenido un auditorio como este, tan numeroso, tan poco selecto.

 

Señor del público – Pregunta a Lacan si conoce a Fulano (No). Le explica que se trata de un animador de la TV francesa, él lo encuentra parecido a Lacan.

 

Lacan (visiblemente molesto) – Si, yo sé que mis apariciones por TV han hecho que se me tomara por un payaso.

 

Otro señor – Me he preguntado porqué se dice madre patria. Tiene que ver con la función del padre. Pero ¿no será la madre dentro del padre? Qué me dice ¡una buena estocada kleiniana!

 

Lacan lo mira con interés mientras el público comenta en qué idiomas patria es masculino, y en cual es femenino.

 

Un analista, Massud Kahn, sube al escenario junto a Lacan y comenta – Hasta ahora existían dos esquemas: Consciente, Preconsciente, Inconsciente, después vino Yo, Superyo, ello; ahora usted trae otro (141)esquema ¿dónde ubica el síntoma? ¿y dónde ubica el narcisismo?

Haciendo caso omiso del público, Lacan y Massud Kahn se enfrascan en un diálogo en voz baja. Dos jóvenes del público suben al escenario y corren el pizarrón del lugar que ellos tapaban. El resto del público aplaude. Una chica pregunta dónde ubica el arte, en su diagrama.

 

Lacan – ¡Ah, el arte! ¡No, no he hablado de él! Entonces se necesitan más circulos.

 

Otra persona le pregunta por «petite a» y su relación con Winnicott.

 

Lacan – Si, «petite a» es una función que he inventado para designar el objeto del deseo. «Petite a» es lo que Winnicott llama objeto transicional… He tenido la suerte de conocer a Winnicott.

 

El público comienza a irse. Casi dos horas de conferencia.

 

Otra persona – ¿Qué sabe usted de la desesperación, de la angustia?

 

Lacan – No tengo ninguna razón para tener esperanza (espoir) pero eso no me produce angustia. Le respondo en el plano que usted me pregunta. La angustia es un concepto ligado al encuentro con el falo. Véase Juanito.

 

Un muchacho – Se ha dicho que las manifestaciones de Freud en lo sociológico, Io político, son insuficientes. ¿Qué piensa usted en relación con esto?

 

Lacan – Me he referido a la política en relación con le discours du maître. El que se ha acercado más al discours du maître ha sido Hegel. Dice que el amo tiene el placer, el esclavo quiere… conservar el placer. El discurso universitario sufre una crisis, mayor que la del psicoanálisis –independientemente de lo que piense Erich Fromm.

Si vuelvo a Londres, si hay personas que no me consideran un payaso, quisiera ver otra vez a Stoppard, y volver a hablar con vosotros, preferiría que fuérais menos, mi discurso sería entonces menos difuso.

                                                                                                    Londres, Febrero 1975

TRADUCTION

 

 

Rapports et notes

 

Une note de Hebe Friedenthal

(3 février 1975)

Conférence de Lacan à Londres

 

« L’Institut français de Londres invite aux  Entretiens avec Jacques Lacan  le 3 février 1975 » annonce une petite affiche collée au second plan d’un panneau caché dans l’un des départements de la Tavistock. Les Anglais ne firent même pas attention à l’annonce qui se voit à peine, ils ne comprennent pas le français et, en plus, qui est Lacan ?

En revanche les sud-américains s’agitent, se préparent, font une place dans leurs agendas pour une conférence du soir.

J’arrive une demi-heure en avance, avertie de son large public à la Sorbonne. L’Institut français se trouve dans un quartier posh, comme on dit par ici (chic), la conférence aura lieu dans un petit théâtre. Il se remplit lentement. Qui seront les participants ? À leur aspect, je dirais des étudiants, hommes et femmes habitués à « des conférences d’enrichissement culturel », des psychanalystes (peu) qui ont entendu parler de Lacan, et une dizaine de psychologues et de médecins argentins qui étudient ou sont de passage à Londres. En un mot, un public disparate. Sur la scène du théâtre, une table, un micro et une chaise attendent Lacan.

Celui-ci arrive dans un costume gris d’excellente coupe et une chemise blanche dont le col haut et dur a une fermeture nouvelle, une finition spéciale. Étudiée ? Dessinée par lui ? Le cheveu blanc, touffu, des lunettes, un cigare, des sourcils très épais. J’apprends avec surprise qu’il a 74 ans. Quelqu’un le présente, salue le retour de Lacan à Londres et espère celui de Londres à Lacan après dix ans. Il annonce la prochaine parution des Écrits, publiés par Tavistock Press.

 

Lacan commence – On entend bien ? J’ai été surpris qu’on me demande à plusieurs reprises de venir à Londres, je n’avais pas idée de combien vous seriez, je ne m’attendais pas à trouver une assemblée si nombreuse.

Je sais qu’on me néglige encore. Erich Fromm, qui a un nom dans la psychanalyse, ne me mentionne pas. À Paris en 1953 a lieu la première scission de l’Institut Psychanalytique, contemporaine à sa formation. J’ai cru de mon devoir de prendre parti pour un certain nombre de personnes, en ont découlé toutes sortes de conséquences dont l’histoire ne présente aucun intérêt. La psychanalyse française en aurait bénéficié si elle avait continué d’être une seule psychanalyse… elle aurait eu également l’avantage de recevoir mon enseignement. Le livre d’Erich Fromm La crise de la psychanalyse – il considère qu’il y a moins de gens qui se font analyser en Amérique du Nord – m’a surpris, il ne me mentionne pas. Je continue pour lui à être méconnu.

J’insiste sur le fait d’expliquer comment je sens les choses. Pourquoi suit-on mes cours à Paris ? Parce qu’ils apportent. Parce qu’ils apportent quelque chose de l’ordre du signe. La psychanalyse apparaît dans le monde au moment de l’introduction d’un mot comme celui-là (signe). Je veux dire que ce n’est pas une idée du monde mais quelque chose qui relativise la notion que nous pouvons avoir de ce que c’est un monde. C’est une notion totalement – pour introduire un terme que j’ai l’habitude d’utiliser, un « pivot » – c’est une notion imaginaire. On s’imagine qu’il y a un monde, et ça c’est quelque chose qu’il faut revoir, je veux dire qu’il faut reprendre, parce que c’est quelque chose que nous enseigne l’histoire.

Le monde d’un Aristote par exemple est un monde totalement impensable pour nous, simplement parce que c’est un monde sphérique fondé sur quelque chose qui s’appelait l’harmonie des sphères, un monde qu’on supposait dominé, ordonné par une sagesse divine. Il a suffi de l’arrivée d’un Galilée et d’un Newton pour bouleverser ça radicalement. C’est-à-dire que ces sphères sont une pure illusion, quelque chose d’imaginaire. À l’époque cela a causé un certain vertige. Certains sauront, parmi vous, que dans ce fameux silence des espaces infinis, chez Pascal, le mot important c’est « infini ».

La chose a été plus difficile quand Newton est arrivé et a constaté que ce qui semblait exister sans tourner tournait parce que ça se met à tomber, chacune des formes de cet étrange mouvement tombait en rapport avec le soleil et se mettait à sa place. Une question se posait à Newton : comment les masses connaissent ce à quoi elles répondent par le mouvement, ce qui leur est inversement proportionnel au carré de la distance ? Comment savent-elles qu’il y a une autre masse, et pour que cela puisse exister, une chute… ? Penser à ce problème impliquait toutes sortes de conséquences. La première était pourquoi personne n’avait découvert avant le truc qui permettait d’avancer dans ce qu’il était de plus en plus difficile de considérer comme un monde. Parce qu’il me semble qu’on est en train d’évoquer une autre dimension, celle du réel. Si on considère que pendant tant de temps on s’est contenté de n’avoir qu’un monde, cela ne suffit plus. Il y a un nouveau sens, le réel, mais cette notion, cette fonction du réel, justement cela a un sens pour nous. C’est difficile de ne pas essayer d’en terminer avec ce sens. C’est difficile de ne pas se rendre compte qu’il a beaucoup plus de sens que le réalisme. Le réalisme se situe dans ce qui n’est pas soumis au sens. (Lacan soupire). Ah, évidemment, il faut laisser à ce qu’on appelle les âmes le temps de se retrouver… Mais il est très important de se rendre compte de ce lien qui est aussi une antinomie, qui polarise la fonction du réel avec celle du sens. Il faut se demander quelle est la relation qui fait que ce réel est extrait du sens.

J’ai l’habitude de citer les noms. Richard Ogden, Le signifié du signifié. Un livre d’inspiration néopositiviste, où on remarque des choses qui ne sont pas indifférentes, mais ce qui désoriente le plus dans ce que ce livre met en question, c’est le sens, quand il s’interroge sur le sens du sens, la dimension de la beauté. Mais il n’est pas sûr que le néopositivisme interroge les symboles, c’est-à-dire l’ordre des mots.

Il est difficile de ne pas prendre en compte les mots. Parce que à partir du moment où on les confronte, à partir du moment où on les interroge linguistiquement, on s’aperçoit qu’on peut faire dire n’importe quel sens à n’importe quel mot.

Je peux vous montrer que dans ma langue n’importe quel mot, peu importe que l’usage en soit fixé, peut servir pour exprimer n’importe quel sens. Il suffit d’évoquer la dimension de l’homologie, s’il apparaît nécessaire de dire quelque chose par la voie de l’homologie, de faire fonctionner le langage en « homoïase ». N’est-ce pas peut-être la seule façon de le faire fonctionner ? Ça commence par la métaphore, ça passe à l’analogie, ça remonte à ce qu’on veut, ça se termine par le tracé de ce qui est fondamental et intérieur à n’importe quelle figure, ça se termine dans l’usage des petites lettres. C’est par ces petites lettres que Galilée commença à écrire « la vitesse est également proportionnelle à… », en d’autres termes, à noter ce qui s’appelle une proportion, une proportion mathématique qu’il a beaucoup tardé à élaborer. Il est clair qu’il force la dimension du réel. Cela n’est pas nouveau. Aristote procède de la même manière quand il note les trois éléments du syllogisme. Il constate une fonction au moyen d’une lettre, il fait les premiers pas d’une logique (il est curieux qu’il ait fallu vingt siècles pour en sortir). Un discours permet d’engendrer cette dimension du réel.

Tout cela peut vous paraître un peu éloigné de ce qu’on suppose de ce que j’ai à vous dire. Mais il me semble nécessaire de le dire pour dire que ce n’est pas par hasard si la psychanalyse est apparue bien après l’apparition de ce discours scientifique. La psychanalyse ne cesse d’être en relation avec le discours scientifique. Elle est de même nature que celui-ci.

Freud croyait que l’histoire de la psychanalyse culminerait avec la connaissance des hormones, des enzymes, de substances qui n’ont en réalité rien de substantiel. Elles sont composées d’atomes et on pense maintenant que leur fonction est d’opérer comme messages, qu’une cellule a un noyau, un entrelacement chromosomique, on en arrive à concevoir les gènes.

Freud pensait qu’un jour on en saurait plus. Mais comment diable se peut-il que la psychanalyse, qui est une pratique, opère ? Comment se peut-il qu’une certaine pratique opère ? (Lacan soupire encore). C’est certain que quand Freud se réfère à cette étape future… future… qui n’arrivera pas car il y a des limites à ce qu’on peut connaître… on aura une notion rétroactive de comment opère la psychanalyse. C’est osé, et il me semble qu’il s’est tout le temps agi de justifier si la psychanalyse a des effets. Elle en a sans doute, il faut se contenter de cette référence à un futur qui comme futur a la propriété de ne pas être là.

Ça vaut la peine de réduire ce qui se présente à la limite, pour Freud, en un acte de foi.

Il me semble que ça vaut la peine de faire figurer de qui il s’agit. Je me réjouis de ce que la langue anglaise permette une meilleure désignation que les autres langues. Les analystes désignent le patient par le terme d’ « analysant »… Il est totalement exceptionnel dans la langue anglaise d’utiliser un gérondif. Celui qui va être analysé, celui qui va être analysé, on se demande est-ce que c’est lui qui fait l’analyse ? Il fait l’analyse parce que c’est lui le patient, parce qu’il souffre de quelque chose qu’il ne comprend pas. L’analyste est donc là pour mettre son petit grain de sable. Son petit grain de sable, qu’on appelle (mal) l’interprétation.

Je suis aussi stupide que les autres, comme tous les analystes qui sont assez stupides. Freud a mis du temps à se faire un chemin, la seule chose dont il se rende compte c’est qu’il tourne autour de quelque chose, en allant tout autour.

Il suffit de lire L’interprétation des rêves (la Traumdeutung), la Psychopathologie de la vie quotidienne, et par-dessus tout Le mot d’esprit et ses rapports avec l’inconscient pour voir à quoi le conduit d’entrée la pratique analytique. Il suffit de lire ces trois livres pour se rendre compte qu’il s’agit de mots (que ça joue sur les mots), que L’interprétation des rêves est quelque chose qui joue avec l’équivoque, ce qui veut dire qu’un mot peut servir pour dire quoi que ce soit, il n’y a ni rêve, ni oubli qui ne soit jeu de mot. Rappelons-nous qu’il s’agit en français de mot d’esprit. Si on le réduit en termes économiques, le caractère foudroyant, comme la foudre, qu’a la conduite des mots, c’est à cela qu’il faut s’arrêter pour que la parole provoque son effet. L’économie dont il s’agit est une économie de mots.

Cela m’a amené à parler d’un retour à Freud, à centrer la question sur ce qu’il a lui-même découvert, l’existence de l’inconscient. L’inconscient n’a rien à voir avec le fonctionnement du corps. Tout comme l’idée que nous ne savons pas ce qui se passe dans notre estomac quand nous digérons. Freud ne fit jamais cette identification. Il réserva ce terme pour les rêves, les lapsus, les actes manqués – ils s’interprètent moyennant une série de mots. Je dis des mots mais ça peut être des phrases entières qui font l’unité du symbolique.

Le symbolique est l’usage de la langue (Lacan épelle langue en français). Je distingue entre langue et langage.

Je me rends compte que tout cela m’occupe depuis pas mal de temps. C’est difficile de donner une idée d’un travail, de spéculations… Simplement cela m’a amené moi aussi à quelques notations de type littéral, et j’ai cru pouvoir le décrire au moyen de quelque chose dont la référence est essentiellement de l’ordre du symbolique, et j’ai cru pouvoir distinguer différentes sortes de discours.

Je parle depuis vingt ans. C’est beaucoup, et je me répète. Je ne fais pas le même programme chaque année, ça veut dire que je ne me répète pas. Et je ne me répète pas mais je dis toujours la même chose. Ce n’est pas la même chose répéter et dire la même chose. Dire la même chose se mesure comme la différence entre parler et bavarder. Comment dit-on bavarder en anglais ? (le public commente, quelqu’un dit à voix forte chatter). En français on dit « la bave ».

On voit bien comment les gens trouvent la façon de désigner une chose au moyen de quelque chose qui se rapporte à une métaphore : la bave. (Le public commente qu’en anglais il y a quelque chose de semblable, on dit bladder : vider sa vessie).

Ce sont les seules choses qui m’intéressent. Cela ne veut pas dire que ce que j’ai dit avant n’a aucun rapport avec la question, mais à partir d’un certain nombre de préjugés, de choses qu’on croyait naturelles…

Pendant que je me préparais pour ma conférence – je peux vous dire que je prépare mes conférences et que je voulais en terminer parce que la seule chose qui m’intéresse ce sont vos questions, je ne veux pas vous faire vingt ans de séminaire – quand je préparais ma conférence ces jours-ci, j’ai lu Rosencrantz et Guilderstein de Tom Stoppard (dont j’ai fait la connaissance et qui m’a promis de venir, peut-être est-il là parmi vous). C’est un des textes les plus lacaniens que j’ai vu, même s’il m’a affecté, même s’il m’a un peu rendu malade (Lacan est enroué). Parce que je me suis rendu compte que dans une histoire, folle comme un discours psychanalytique, ça vous fait entrer dans un autre monde. (Je l’avais lu auparavant, je m’étais aussi occupé d’Hamlet, il faut le faire quand on s’intéresse à Freud). Il suffit de mettre en question Rosencrantz et Guilderstein – en question naturelle – pour s’apercevoir qu’on est dans le monde psychanalytique. Car il n’y a pas d’opposition entre nature et culture. La nature est une idée de la culture, il suffit de mettre en question ce qu’on perçoit pour voir que ça n’a rien à voir avec le réel, ce sont des désignations de mots, et c’est ce qui constitue la chose, la chose qui fait marcher le monde.

Je veux vous montrer à quoi je suis arrivé (Lacan fait quelques lignes sur le tableau). Le temps. Je m’en tiens à mes catégories (les lignes deviennent des cercles avec des intersections). Le symbolique, le réel, le champ des sens. (Plusieurs personnes dans le public rient ouvertement, et quand Lacan finit de dessiner, ils applaudissent).

 

 

Pourquoi dit-on que le champ du sens est entre le réel et le symbolique ? Parce que c’est là que se trouve l’analyse…

Après Freud on voit resurgir le phallus (on entend des rires). Il ne s’agit pas de l’appétit pour la différence, de ce quelque chose que les hommes portent à gauche et que les femmes n’ont pas, et qu’on utilise toujours pour différencier si un être parlant est d’un côté ou de l’autre.

La notion de phallus est beaucoup plus compliquée que cela. Il suffit de voir comment réagit la petite fille pour voir qu’il ne s’agit pas seulement du pénis. La notion du phallus… cela ne règle rien, ce n’est pas cela qui sert à faire les bébés. Quand on fait un bébé, c’est un faux-pas. Parfois la femme veut avoir un bébé, elle imagine ainsi sa consécration comme femme… Mais ce n’est pas si simple. Freud a distingué phallique et génital. Cela s’impose. J’ai tardé à m’en rendre compte. Si on part d’un ovule et d’un spermatozoïde, on arrive à l’insémination artificielle, mais pas à une relation qui a à voir avec le sexe.

Qu’est-ce qui lie le sexe à la mort ? Il doit y avoir un rapport mais personne ne le sait. Ce n’est pas pour rien que Freud a parlé d’une pulsion de mort (ça a scandalisé les analystes qui n’ont pas l’habitude d’être très forts). Mais ça n’explique pas les rapports sexuels. Tout se résume en ce qu’il n’est pas possible d’expliquer le rapport sexuel. Ce que Freud appelle pulsion est une espèce de […[1]] du sexuel aux âges précoces de la vie, avant que l’être parlant n’ait rencontré – non son partenaire – mais l’énigme du phallus. Freud a parlé du stade génital comme s’il avait été soutenu par le hasard. Arrive alors l’amour, la rencontre.

Pourquoi deux personnes s’aiment-elles ? On ne peut pas le dire. Le discours analytique peut dire certaines choses… L’amour est mal parti. Le christianisme a dit qu’il faut aimer son prochain. La prochaine n’a pas de chance ! La première prochaine c’est la mère ! Je m’arrête. Elle est emmerdante.

Freud met l’accent sur l’union, la fusion, c’est désespérant ! L’amour est statique ! Jouir de l’autre c’est la béatitude. Ce n’est pas si simple. À chacun sa chacune… Mais on a une collection de chacune… de l’autre côté il se passe la même chose, ce n’est pas asymétrique…

Bien, si quelqu’un veut me poser une question. Il n’est pas nécessaire qu’elle soit intelligente. J’ai rarement eu un auditoire comme celui-ci, si nombreux, si peu choisi.

 

Un monsieur du public demande à Lacan s’il connaît Untel (Non). Il lui explique qu’il s’agit d’un animateur de la télévision française, il trouve qu’il ressemble à Lacan.

 

Lacan (visiblement embêté) – Oui je sais que mes apparitions à la télévision ont fait qu’on me prend pour un clown.

 

Un autre monsieur – Je me suis demandé pourquoi on dit la mère patrie, cela a à voir avec la fonction du père. Mais ne serait-ce pas la mère à l’intérieur du père ? Qu’est-ce que vous dites, une bonne estocade kleinienne !

 

Lacan le regarde avec intérêt pendant que le public commente dans quelle langue patrie est masculin et dans quelle langue c’est féminin.

 

Un analyste, Masud Kahn, monte sur la scène près de Lacan et dit – Il existait deux schémas jusqu’à maintenant : Conscient, Préconscient, Inconscient ; ensuite Moi, surmoi, ça. Maintenant vous en apportez un autre, où placez-vous le symptôme ? et où placez-vous le narcissisme ?

 

Faisant abstraction du public, Lacan et Masud Kahn se plongent dans un dialogue à voix basse. Deux jeunes du public montent sur la scène et font glisser le tableau. Le reste du public applaudit. Une jeune fille demande où il place l’art dans son diagramme.

 

Lacan – Ah l’art ! Non, je n’en ai pas parlé. On a besoin de plus de cercles.

 

Une autre personne lui pose une question sur petit a et son rapport à Winnicott.

 

Lacan – Oui, petit a est une fonction que j’ai inventée pour désigner l’objet du désir. Petit a est ce que Winnicott appelle l’objet transitionnel… J’ai eu la chance de faire la connaissance de Winnicott.

 

Le public commence à partir. Presque deux heures de conférence.

 

Une autre personne – Que savez-vous du désespoir, de l’angoisse ?

 

Lacan – Je n’ai aucune raison d’avoir de l’espoir, mais ça ne me produit pas d’angoisse. Je vous réponds sur le même plan que votre question. L’angoisse est un concept lié à la rencontre avec le phallus. Voyez le petit Hans.

 

Un jeune homme – On a dit que les manifestations de Freud dans le sociologique, le politique sont insuffisantes. Que pensez-vous de cela ?

 

Lacan – Je me suis référé à la politique en rapport avec le discours du maître. Celui qui s’est le plus approché du discours du maître a été Hegel. Il dit que le maître a le plaisir et l’esclave veut… garder le plaisir. Le discours universitaire traverse une crise, plus grande que celle de la psychanalyse – indépendamment de ce que pense Erich Fromm.

Si je reviens à Londres, s’il y a des gens qui ne me prennent pas pour un clown, j’aimerais voir Stoppard de nouveau, et reparler avec vous, je préférerais que vous soyez moins nombreux, mon discours serait alors moins diffus.

 

Londres, février 1975.



[1]. Mot illisible.